sábado, 27 de marzo de 2010

Sociedad de la Información

Un breve e interesante recorrido por la relación sociedad y tecnología, que incluye las modalidades: tecnología dura y tecnología blanda.

viernes, 26 de marzo de 2010

El Aprendizaje en las Personas Adultas

Aprender conjuga factores tan complejos que no se puede comprender este proceso solamente relacionándolo a la fisiología del cerebro, como si se pudiese explicar el aprendizaje entendiendo la estructura cerebroneuronal de forma aislada, sin captar que las interrelaciones de los factores ecológico-sociales, culturales y psicológicos se suman a los fisiológicos que tienen que ver con la persona, su estructura biogenética, historia y circunstancias de vida, para que se produzca este fenómeno.

En ese sentido, la persona adulta tiene características similares al resto de los seres humanos. No obstante, posee también marcadas diferencias con los niños y adolescentes. Esto significa que, tanto física como psicológicamente, el organismo se ha desarrollado en pleno, alcanzando su madurez. Por ello, la persona adulta se puede definir como quien se ha independizado y asume la vida de manera autónoma, sola o con otros miembros de la sociedad, desarrollando un rol productivo.
Autores como Jabonero, López y Nieves (1999: 38) caracterizan a través de una serie de criterios esta etapa de la vida. A continuación se presenta de manera sintética los rasgos básicos de la adultez:

  • En lo físico: un cuerpo desarrollado de manera estable que es aceptado de manera satisfactoria por el sujeto.
  • En lo psíquico: una alta capacidad de comprensión que, progresivamente, servirá para compensar la paulatina pérdida de asimilación.
  • En la personalidad: plena responsabilidad sobre los propios actos y una conducta autónoma y realista.
  • En lo afectivo: amplia capacidad para percibir y responder adecuadamente a los sentimientos de cuantos le rodean.
En lo profesional: pueden fijar objetivos a medio y largo plazo, organizarse la vida en función de ellos y mantenerse de manera perseverante en ese camino.

Del mismo modo, Jabonero y Otros mencionan cinco etapas de la vida adulta, descritas en los siguientes términos:
1. Primera edad adulta: se inicia al final de la adolescencia y dura hasta los 25 ó 30 años. Da comienzo a los ritos iniciativos de la vida adulta y la ejecución de responsabilidades: sociales, ciudadanas, cívicas, profesionales y familiares, entre otras.
2. Edad adulta media: se extiende desde el final de la etapa anterior y concluye entre los 40 y 45 años. En este tiempo se instauran completamente las obligaciones y derechos profesionales, familiares y sociales. Al final de este período suelen aparecer las primeras señales de deterioro en el organismo.
3. Edad madura: oscila entre los 45 y los 60 ó 65 años. En este momento de la vida, las responsabilidades asumidas se mantienen, aun cuando, tienden a aligerarse por la emancipación de los hijos. El declive en las condiciones físicas suele acentuarse.
4. La prejubilación: período situado entre los 60 y los 65 años, que ha ido ganando espacio ante la frecuencia cada vez mayor de la puesta en práctica de políticas laborales así llamadas. En esta etapa se está menos centrado en la profesión, y continúan disminuyendo las capacidades físicas.
5. La jubilación: se sitúa comúnmente a partir de los 65 y 70 años. Para ese momento las condiciones físicas acusan una marcada pérdida, lo que conlleva al incremento de la dependencia. Es importante señalar que, se considera el inicio de la senilidad a la pérdida de la independencia y autonomía.

De lo anterior se deduce que existen dos tipos de factores inherentes a la propia persona que influyen en el logro de aprendizajes en la edad adulta, y estos son:

Los factores físicos: provenientes de su estructura fisiológica. En especial van acusando deterioro progresivo la vista, la audición y la motricidad; los cuales a partir de la edad adulta media comienzan a verse afectados. No obstante, la persona compensa las limitaciones que surgen ante este declive, con estrategias sociales o intelectuales que la madurez le brinda.

Los factores intelectuales: relacionados, no solamente, con las estructuras del sistema nervioso y agrupadas bajo los términos “inteligencia fluida”; sino que además contempla las habilidades y saberes característicos de la cultura particular, la experiencia de la persona y la capacidad de respuesta del grupo social en el cual el sujeto está inmerso; llamadas “inteligencia cristalizada”.

Esto implica que, la inteligencia fluida está vinculada a la dotación fisiológica y la inteligencia cristalizada se sustenta en la experiencia. De igual modo, la memoria, que es un elemento central en las capacidades cognoscitivas, se va afectando continuamente en el transcurso de la vida adulta. Así, la memoria de evocación, es decir, aquella que permite contactar recuerdos de tiempos distantes, mantiene mejores condiciones que la memoria de fijación, la cual está relacionada con el acceso al recuerdo de personas conocidas y eventos acaecidos a corto plazo.

Lo anterior muestra de manera sintética el cómo se van afectando las disposiciones cognitivas en la edad madura. Sin embargo, tal como lo señala el neurocirujano Popovich (2002: 65):

La capacidad adaptativa o plasticidad no es considerada ya un atributo exclusivo de los organismos en etapa de crecimiento y desarrollo, representa en realidad una propiedad común del cerebro adulto . . . a mayor uso, mayor cantidad de contactos, mayor volumen de factor de plasticidad en reserva y mayores bancos de memoria para recordar más cosas.

En ese sentido, en un estudio realizado por la Universidad de Harvard (citado en Demare, 2004) se determinaron, los siguientes factores claves para conservar las funciones mentales intactas en la edad madura, la prejubilación y la jubilación: (a) mantener una actividad física regular con un peso corporal normal o por debajo en un 10%; (b) formar parte de un grupo social de apoyo, incluida una relación estable de larga duración basada en el amor; (c) tener confianza en si mismo para afrontar las situaciones de la vida, en lo que parece incidir el tener educación superior, y; (d) poseer buenas expectativas con respecto a estas etapas de la vida.

Por su parte, Yepsen y Chopra sostienen que no es obligatorio que una persona de edad madura pierda sus capacidades cognitivas. Luego de una amplia revisión de investigaciones realizadas al respecto, Yepsen señala que “el cerebro adulto produce nuevas conexiones entre células a fin de satisfacer las demandas de un entorno exigente. . . no es un órgano que deja de desarrollarse cuando abandonamos la juventud” (2009: 101)

De esa forma, los requisitos básicos para continuar esa evolución neurocerebral y que parecen ser la clave para una vida agradable, independientemente de lo avanzada que sea la edad de la persona, son: la ejercitación corporal, la nutrición adecuada, un ambiente que presente calidad de estímulos en un marco psicológico bajo en estrés y disposición actitudinal favorable hacia la vida y sus situaciones.

Elizabeth Román (2010)

miércoles, 24 de marzo de 2010

conectivismo.avi

En el vídeo se presenta de forma breve, aspectos esenciales de lo que algunos consideran una nueva teoría de aprendizaje y, otros, como el autor de este material audiovisual, lo interpretan como un modelo... En todo caso, los enfoques contemporáneos del aprendizaje, requieren responder a nuevas realidades y contextos enriquecidos por los medios, e insensibilizados por la sobre exposición a la información


lunes, 22 de marzo de 2010

¿Estrategias Holísticas?


Definir la palabra holística es un asunto por demás interesante y no exento de controversias. Como dice Martínez (1999 [2002], p. 47):

Toda persona, al nacer, se inserta en una historia que no es personal, que no es suya, se inserta en una corriente de pensamiento, en una tradición y en un idioma. Por esto le resulta casi imposible pensar sin esa tradición y sin ese lenguaje.
Esa es la primera dificultad con la que se encontraron quienes comenzaron a usar la palabra “holística” para implicar un sentido integrado de la persona. Su origen se ubica en el griego holos, un adjetivo que indica la cualidad de integro, de totalidad haciendo referencia a un sistema y los eventos que en el acontecen (Weil, 1993 [2000])

Así, el ser humano es visto como un sistema integrado, en quien emergen eventos que pueden ser interpretados desde su dimensión física (cuerpo), psicológica (mente) o trascendente (espíritu) Con esto se facilita el abordaje de tres tipos de conocimientos, que en el ser suceden como experiencia no separada (Wilber, 1994): un conocimiento de orden sensible, es decir, captado a través de los sentidos; un conocimiento de orden inteligente, o sea, aquel que proviene de la mente y se basa en el uso de lenguajes particulares al objeto que es conocido; y, un conocimiento de orden trascendental, que está ubicado en experiencias de tipo cumbre.

Algo particular de señalar es la acotación realizada por Wilber (ob. cit.) sobre la dimensión psicológica mental como una especie de intermediaria entre cada uno de estos tipos de conocimientos, pues es por medio de la palabra que es posible hacer la socialización de lo conocido, generado gracias a los sentidos y la mente, y, da una idea de lo que la experiencia trascendental puede significar. Dejando en claro que la palabra jamás puede sustituir a la experiencia ni de los sentidos ni de lo trascendental.

En cuanto a la educación, los diseños curriculares en los que se sustenta el proceso educativo de los últimos 50 años, han intentado conjugar vertientes de esas diferentes dimensiones del ser, dando mayor relevancia a lo cognoscitivo de la esfera psicológica, contemplando el desarrollo de habilidades y destrezas tanto del tipo físico como mental; vinculando en algunos casos al arte (dibujo, teatro, danzas) bajo una mirada de conjugación de lo físico con lo psicológico, y; asumiendo una perspectiva religiosa y dogmática de la dimensión trascendental de la persona, en los casos que es atendido este aspecto (Gang, Meyerhoff y Maver, 1992) Sin embargo, la educación sigue siendo escolástica, más dirigida a satisfacer las demandas del sistema económico o político que para la vida de las personas.

Prueba de ello es lo que sucede cuando a una persona le llega el momento de su jubilación. Simplemente, lo que ha aprendido sirve de muy poco; es como si de pronto hubiese dejado de ser profesional, y socialmente hay poco que pareciera poder seguir aportando. De hecho, las estadísticas indican que hay un alto porcentaje de personas que no logran adaptarse a esta nueva etapa de sus vidas, muriendo prematuramente, especialmente entre los hombres. De pronto sintieron que perdieron el propósito de su vida (Zohar y Marshall, 1999)

Es por eso que en la actualidad se está comenzando a hablar de la hologogía, como ciencia de la educación que concibe la formación de la persona como un proceso abierto, que trasciende el hecho educativo y que integra las distintas dimensiones del ser (Barrera, 2004) y sus distintos momentos de vida, basándose en la competencia medular de “aprender a aprender” para ser más efectivo en su existir, de manera que el individuo es el centro y protagonista de lo que emerge en su experiencia.

Los diseños curriculares se operacionalizan a través del hecho educativo, y en éste, lo que da sentido a las relaciones que se establecen entre el docente y el estudiante son los contenidos y las estrategias para el aprendizaje. Estas últimas tiene dos direcciones que se complementan: las acciones del docente y las del estudiante para que se genere la transformación. Las estrategias del docente parten una situación inicial (inventario de conocimientos previos), se establece una situación deseada o propósito, y para su consumación se contemplan una serie de actividades que involucran métodos, técnicas y recursos, y requieren de la valoración cuidadosa de los momentos de planificación, ejecución y evaluación, tanto la actuación como la perspectiva de los actores.

No obstante, es imperativo advertir que el cambio en las palabras no significa un cambio en la manera de pensar y actuar de los docentes. Aun así, hay que correr el riesgo de presentar nuevos caminos y formas diferentes de abordar el aprendizaje, de manera que se atienda a esa condición integra del ser.
Elizabeth Román (2010)

Más sobre las ideas de Claudio Naranjo

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Gracias Elyanna...
El ENEAGRAMA, es una estrategias para el autoconocimiento, algo esencial a todo docente pues le permite mirar con honestidad sus fortalezas y reconocer (para si mismo) sus debilidades, y así evitar proyectar su sombra sobre los estudiantes.
La palabra Eneagrama proviene del griego y es un diagrama  con nueve puntos. Cada punto hace referencia a un tipo de personalidad, sus bondades y su lado oculto. No hay tipos buenos o malos, ni tampoco personas de un sólo tipo... Sin embargo; dentro de este modelo, hay una tendencia principal y poder identificar nuestra categoría descriptora es un gran avance, pues es el comienzo de un trabajo psicológico y de consciencia.

viernes, 19 de marzo de 2010

Las Tic y su efecto en el cerebro humano


El conocimiento al que hace referencia este artículo, si lo sabemos utilizar, nos da pistas sobre estrategias más efectivas ante estas nuevas realidades
Fuente: www.tendecias21.net

Las competencias avanzadas del docente del siglo XXI


Con la entrada del nuevo milenio, las competencias del docente se han visto enriquecidas; por un lado, por el avance de las herramientos 2.0 y la facilidad de acceso para aplicación, por el otro, por un nuevo aire de respeto por la consciencia y el desarrollo de estrategias para su expansión.
El reto actual, al menos el que a mí en lo personal me anima, es poder conjugar ambas vertientes de manera armónica y relevante para la acción educativa.
¿Te entusiasma la idea de transformar la EAD con este tipo de enfoque integrador?

CLAUDIO NARANJO en REDES (Parte 1)

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